Accidentalmente Andrei Chikatilo, le hizo un rasguño del que brotó una gran cantidad de sangre, hecho que le propició una erección inmediata. A los pocos segundos su mente asoció dos conceptos antagónicos cómo violencia y placer, estableciendo así un vínculo fatal.
Sin pensárselo dos veces, sacó un cuchillo y lo clavó en el estómago de la chica una y otra vez. Cada puñalada lo acercaba un paso más hacia el orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta que hubo eyaculado.
Dos días después la policía encontró restos de la chica cerca del río Grushovka y sangre en la cabaña de Andrei pero la policía culpó a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko.
Tres años después, Chikatilo asesinó por segunda vez. Esta ocasión era una prostituta de 17 años llamada Larisa Tkachenko. Andrei convenció a la chica para tener relaciones sexuales, ella se rió de él por su impotencia sexual y éste enfureció de tal manera que la estranguló, le mordisqueó la garganta, le cortó sus senos, se comió sus pezones y finalmente eyaculó sobre su cadáver muerto.
Su tercera víctima, Lyuba Biryuk, la raptó en una villa, la acuchilló 50 veces y le mutiló los ojos, hecho que se convirtió en un elemento común entre todas sus víctimas.
Siguiendo estas premisas, Andrei sembró el terror y llegó a acumular 53 víctimas mortales, convirtiéndose así en uno de los asesinos más prolíficos de esa década.
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